Si estamos hablando de una bebida con milenios de historia, la respuesta se complicará un poco.
Afortunadamente para los amantes de la cerveza y los novatos de la cerveza en todas partes, la fórmula básica de la cerveza ha permanecido igual durante siglos: la cerveza es el producto fermentado y alcohólico de la cuidadosa combinación de agua, malta, lúpulo y levadura. Eso es todo. Vale, así que los lúpulos no siempre estaban incluidos en la mezcla, pero ya hablaremos de eso más tarde. En lo que respecta a la industria cervecera moderna, cualesquiera que sean los seis paquetes que recoja de su caja refrigerada local, la trifecta de malta-tiendas-levadura será el secreto de su gloria. Por supuesto, siendo ésta la industria cervecera moderna, también existe la posibilidad de que alguien se inspirara un poco y elaborara albaricoques en ella, o tal vez la cerveza fuera «salpicada» durante un período de tiempo extra largo, lo que resultaría en un sabor más asertivamente amargo. Pero la columna vertebral básica de su cerveza, desde Coors hasta la artesanía, sigue siendo deliciosamente la misma.
Y eso es porque no te metes con la simplicidad de una buena receta. Mirando un poco más de cerca, aprendemos que la cerveza, al igual que el pan con levadura, es el producto de la fermentación de la levadura a base de almidón. Los granos, en su mayoría cebada superalmidonada, germinan parcialmente y luego se combinan con agua, creando una especie de pasta de cereales en la que los cerveceros liberan un pequeño ejército unicelular de Saccharomyces cerevisiae, o levadura de cerveza. Ahora, las levaduras aman el azúcar tanto como un niño en una tienda de dulces, excepto cuando las levaduras comen azúcar, en lugar de tener un berrinche y dedos pegajosos, crean subproductos mágicos: etanol y CO2, que pueden aparecer en varios niveles en algunas de nuestras cervezas favoritas, y menos favoritas. (El alcohol en una cerveza se registra a menudo en la etiqueta como «ABV», alcohol por volumen.) El lúpulo, la flor en forma de cono de una planta trepadora alta relacionada con el cannabis, se agrega en el proceso de elaboración de la cerveza tanto como un medio de clarificación y estabilización, como para impartir sus sabores característicos, que van desde el amargo y astringente hasta el floral, afrutado y cítrico. Y mientras que las cervezas pueden tener un aspecto que va desde el dorado ultraligero hasta el marrón casi impenetrablemente rico, debido a que la base de la cerveza es un puré de granos, los colores finales suelen aparecer en algún lugar del espectro pardusco.
Una vez más, abundan las variaciones (de los granos o del lúpulo o incluso de las cepas de levadura utilizadas), y al igual que el vino, la cerveza puede a veces asumir parte del terruño ambiental de su entorno (cepas de levadura autóctonas, contenido de agua, sabores locales de fruta o lúpulo, etc.). Pero dondequiera que el agua, la malta, la levadura y el lúpulo se mezclen de tal manera que se produzca la fermentación, el resultado -que se puede disfrutar en una botella o lata o en una taza Solo, o incluso en un elegante vaso de Pilsner- es la cerveza.